30 mar 2008

Digitalización y uso de nuevas tecnologías, los retos de las bibliotecas para seguir vigentes.


La Luis Ángel Arango de Bogotá es un ejemplo: ya tiene 600 libros, 10 títulos de revistas y 60 tesis totalmente digitalizados tanto en las instalaciones como en su sitio web.

Eso sumado a una base de datos de 1.500 libros que se pueden consultar en bibliotecas de todo el mundo de manera virtual. La meta, en cinco años, es poder ofrecer 6.000 títulos digitalizados.

Con esto, el usuario puede pedir que le guarden la información en su memoria USB mientras que otros más osados les toman fotografías a las páginas que necesitan para luego revisarlas en sus computadores personales.

"La nuevas tecnologías de la información y la comunicación no son una amenaza. Son herramientas con las que hay que trabajar de la mano", sostiene Roberto Téllez, jefe de servicio al público de esa institución.

Con la universalización de la información y de la consulta a través de Internet, donde aparentemente se puede encontrar todo, se ha dicho que tanto los libros como las bibliotecas tienden a desaparecer. Lo mismo se ha afirmado sobre los medios de comunicación impresos.

Sin embargo, según Téllez, eso está lejos de ocurrir. "En poco tiempo el usuario podrá llevarse el libro en sus agendas digitales y celulares", sostiene.

No obstante, reconoce que el público de hoy no es el mismo de antes. En la actualidad, el tráfico diario asciende a las 6.800 personas. A finales de los 90 el promedio era de 9.000.

Una red con 500.000 libros

Téllez, bibliotecólogo de profesión, dice que dos factores han incidido en la disminución de usuarios: Internet y la puesta en marcha de las bibliotecas de Bogotá, gracias a BibloRed, la red de bibliotecas públicas de Bogotá que cuenta con 19 puntos en la ciudad.

Comenzó hace siete años con tres megabibliotecas: la Virgilio Barco, la del Tintal y la del Tunal, y ahora tiene 16 más en localidades.

En total, cada año recibe 9 millones 600 mil consultas, que puede atender gracias a los más de 3 mil puestos de lectura y los 500 mil volúmenes al servicio de los lectores.
La red depende de la Secretaría de Educación Distrital, que destina cada año 9 mil millones de pesos para su mantenimiento.

En la actualidad tiene 146 mil afiliados activos, de los cuales el 70 por ciento corresponde a personas mayores de 13 años.

Los usuarios que desaparecieron de la Luis Ángel Arango son los escolares que iban a hacer consultas básicas, y que ahora encuentran la información en la red o en las bibliotecas de sus barrios.

El 70 por ciento de los usuarios de la Luis Ángel Arango son universitarios. Y el 30 por ciento restante lo conforman investigadores, desempleados y pensionados, que no solo se entretienen con los libros sino con periódicos, revistas, películas, documentales y exposiciones de arte.

Mucho más que archivistas

Otro de los medidores que indica que las bibliotecas están lejos de morir, es el incremento de personas que optaron por estudiar lo que antes se llamaba bibliotecología y que evolucionó para convertirse en ciencias o sistemas de la información.

Así lo asegura Ruth Vallejo, decana de la facultad de sistemas de la información de la Universidad de la Salle, quien explica que eso sucedió porque se necesitaba modernizar el concepto, y para darle un perfil diferente al egresado. Antes, eran básicamente bibliotecólogos y archivistas.

"Estamos aprovechando las bases de la profesión con las nuevas tecnologías", cuenta, y asegura que esta es una de las profesiones con más proyecciones en el mercado actual, al recordar un estudio que estableció que el desempleo es inexistente en estos profesionales.

No en vano, en el caso de la Salle, hace 10 años los estudiantes de primer semestre (cuando se llamaba bibliotecología) no eran más de 20. Hoy, la cifra oscila entre 50 y 60.

En defensa de los libros

Aunque se supone que gracias a Internet es posible acceder a todo tipo de información, las bibliotecas siguen teniendo su fascinación.

"Tener un libro en las manos es mucho más romántico que hacer click con el cursor", dice Juanita Pérez, una estudiante de artes plásticas asidua visitante de esos lugares.

"Un libro puedo tocarlo, voltearlo, sacarlo a un parque", afirma para explicar su preferencia. Y, además -dice- en Internet la información no es profunda. "Es general y sintetizada".

En eso, coincide Luz María Cabarcas, directora de la Biblioteca de la Universidad Javeriana, adonde acude un promedio de 5 mil estudiantes cada día.

"En Internet hay muchas cosas sin rigor académico con las que no podría hacerse ciencia", asegura la bibliotecóloga al abordar uno de las principales fortalezas de las bibliotecas: solo allí se encuentran las grandes obras, autores e investigaciones. En Internet únicamente aparecen datos básicos y apartes, o capítulos de textos.

"Internet sirve sobre todo para conseguir información típica de diccionario o enciclopedia", indica Jorge Orlando Melo, ex director de la biblioteca Luis Ángel Arango.

Silvia Prada, gerente de BibloRed, sostiene que otra ventaja de las bibliotecas es que forma lectores autónomos, críticos, selectivos y capaces de decantar información, posibilidades que no ofrece la consulta en la red.

REDACCIÓN VIDA DE HOY

http://www.eltiempo.com/vidadehoy/educacion/home/ARTICULO-WEB-NOTA_INTERIOR-4050555.html

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