13 abr 2008

EL NUEVO PROFESIONAL DE LA INFORMACIÓN, DEL CONOCIMIENTO Y DE LA COMUNICACIÓN.

EL NUEVO PROFESIONAL DE LA INFORMACIÓN, DEL CONOCIMIENTO Y DE LA COMUNICACIÓN. EL BIBLIOTECARIO UNIVERSITARIO1

José López Yepes

Facultad de Ciencias de la Información. Universidad Complutense de Madrid.

Resumen: Este trabajo reflexiona sobre la figura del nuevo profesional de la infor-mación en el marco de la sociedad de la información. Para ello se centra en cuatro aspectos fundamentales: los problemas terminológicos y conceptuales que afectan a la Ciencia de la Información; el comportamiento humano en relación con la evolu-ción de los documentos; la formación y desarrollo del nuevo profesional y una re-flexión final sobre la figura del nuevo bibliotecario universitario.

Palabras clave: Documento; educación de los profesionales de la información; pro-fesionales de la información; bibliotecario universitario.


INTRODUCCIÓN

El presente texto tiene por objeto reflexionar en torno a la figura del profesional de la información, de sus posible nuevos rasgos, y ello lo pretendemos llevar a cabo sobre la base de cuatro premisas: 1) el problema terminológico y conceptual de la ciencia del do-cumento como escenario donde se cultiva la figura del profesional; 2) la evolución del ser humano y del profesional de la información desde la consideración de la propia evolución del documento desde la mirada del ser humano, lo que hemos dado en llamar: desde el homo sapiens al homo documentator; 3) las líneas formativas de dicho profesional y las novedades que se registran en los centros docentes de España a la luz de los principios del Espacio Europeo de Educación Superior, y finalmente, 4) la reflexión sobre uno de los modelos de nuevo profesional de la información: el encarnado en la figura del biblioteca-rio universitario digital.

1 Texto presentado en el II Congreso Internacional de Bibliotecología. Lima, Colegio de Bibliotecólogos, 20-22 de noviembre de 2006.


1. EL PROBLEMA TERMINOLÓGICO Y CONCEPTUAL DE LA CIENCIA DEL DOCUMENTO COMO ESCENARIO DE LA FIGURA DEL PROFESIONAL

Información, conocimiento y comunicación

Las Ciencias de la Información, tal como se las denomina todavía mayoritariamente en España –frente a la alternativa de Ciencias de la Comunicación– tienen como objeto de estudio una naturaleza –la información– de contornos harto ambiguos, de universal consi-deración y, en consecuencia, de dificultosa definición. A efectos de este trabajo, informa-ción es, como indica su etimología, la acción de dar forma a algo. Por extensión podemos afirmar que se trata de dar forma a un mensaje de un modo determinado para su transmi-sión a través de un determinado medio. Aquí surge el binomio modo/medio de informa-ción de tanta trascendencia, lo que permite considerar la información como un modo de adecuación de un mensaje transmisible a través de un medio, en nuestro caso, de un medio de difusión colectiva. Pues bien, son modos informativos y disciplinas consecuentes el periodismo, la comunicación audiovisual, la publicidad, la propaganda, las relaciones públicas, la documentación… y son medios informativos la prensa, la radio, la televisión, la valla publicitaria, Internet, etc. Modos y medios informativos que se hacen operativos sobre la base de los respectivos procesos informativos. La comunicación, tal y como indi-ca su etimología, se produce cuando sujeto emisor y sujeto receptor en el proceso infor-mativo participan del mismo mensaje, es decir, éste se hace común a ambos establecién-dose así la comunicación. Finalmente, a partir de los mensajes que remedian una necesidad de información en el usuario, éste va construyendo nuevo conocimiento. De entrada, ya podemos proponer que en el origen y conjunción de los tres conceptos, infor-mación, comunicación y conocimiento se encuentra nuestro profesional de la información.

La ciencia del documento

Por lo que se refiere a la documentación o ciencia de la información documental, los autores han convenido en considerarla ciencia para la ciencia, de un lado y, de otro, cien-cia informativa (López Yepes, 1995). En cuanto ciencia para la ciencia, se halla presente en el proceso de comunicación científica haciendo que los logros de las investigaciones lleguen en las mejores condiciones posibles a los destinatarios que, a su vez, se servirán de aquellos para obtener nuevos conocimientos.

De otra parte la Documentación es ciencia informativa –no es casual que su primera implantación como cátedra fuera en las facultades de ciencias de la información– porque tiene como objeto de estudio un peculiar proceso de información compuesto de sujetos emisores, mensaje, medio y sujeto receptor. Y es, en efecto, información documental la que se produce y se transmite en tal proceso, una información resultante de otra previa-mente retenida, transformada y recuperada para servir de fuente de nueva información (López Yepes, 2004). De ahí que el profesor Desantes haya definido muy expresivamente la información documental como información de la información o información al cuadra-do (1987) adelantándose al juicio de Negroponte cuando afirma que el valor de la infor-mación de la información puede ser mayor que el de la propia información (1995).

Creo honestamente que toda reflexión sobre la figura del profesional de la información tanto en el aspecto formativo como profesional debe partir de una idea clara de lo que es la disciplina que cultivamos y, en consecuencia, de cómo debemos formar al estudioso y profesional y cual debe ser su papel en el medio social. Parece evidente que existe un auténtico conflicto conceptual y terminológico sobre ello como lo muestra el hecho de que el problema sigue siendo objeto de estudio en multitud de publicaciones y de reuniones científicas de nuestra especialidad.

Y aquí arranca el primer conflicto. Cómo llamar a esta disciplina o, tal vez, conjunto de disciplinas en los diversos países: ¿Bibliotecología? ¿Biblioteconomía? ¿Documenta-ción? ¿Ciencia de la Información? ¿Ciencia de los Bienes culturales?, ¿Y cómo llamar de modo unánime a los componentes, factores y aspectos diversos de las actividades docu-mentales como, por ejemplo, al profesional? ¿Bibliotecario, bibliotecólogo, documentalis-ta, profesional de la documentación, profesional de la información…? Esto es algo que no ocurre en las disciplinas ya consagradas como Historia, Medicina, Química, Derecho, etc., e incluso, en las todavía relativamente recientes como el Periodismo, el Marketing, la Publicidad, etc. Si grave es la inexistencia de unanimidad en los términos que empleamos, más grave es sospechar que, tras estas dudas, se pueda esconder una falta de unanimidad en su concepto, en su definición, en su fundamentación epistemológica, en suma. Ambos conflictos, si no se resuelven provocan, indefectiblemente, consecuencias de incertidum-bre a la hora de planificar líneas docentes y de investigación, a la hora de establecer la figura del estudioso o profesional que debemos formar en nuestros centros, como decía-mos antes. Se impone, pues, la construcción definitiva de un paradigma, en definitiva de una teoría de la documentación siempre actualizada y que sea objeto de estudio preliminar y piedra angular en nuestros centros docentes y en la correcta interpretación por el cuerpo social (López Yepes, 1995, 2005).

Causas del conflicto terminológico y conceptual

En mi opinión las causas del conflicto terminológico y conceptual son cinco. La pri-mera, la más remota, radica en la gestación de la disciplina a finales del siglo XIX tanto en el área norteamericana como derivación y conversión de la biblioteca general en biblio-teca especializada, de un lado. De otro, en el área europea con el nacimiento del movi-miento documental iniciado por Otlet, fundador del Instituto Internacional de Bibliografía, y cuya doctrina aparece sistematizada en su conocido y magno Tratado de Documenta-ción publicado en Bruselas en 1934.

La segunda causa, mucho más próxima, arranca del cambio social tan intenso que ha producido la eclosión y extensión de ese fenómeno tan presente en nuestras vidas y en nuestras instituciones. Me refiero al gran fenómeno de la información que ha dado lugar al hecho singular de procrear una nueva sociedad con este nombre por la influencia, entre otros factores, del factor tecnológico como motor del cambio y de las crecientes necesida-des sociales de información.

La tercera causa se deriva directamente de lo que acabamos de esbozar. Efectivamente ha surgido una nueva terminología, de gran impacto, casi a nivel escatológico diría yo, y de fecundidad extraordinaria vinculada a nociones como lo electrónico, lo digital, lo vir-tual, lo emergente…

Pero, sin duda, la nueva terminología es también expresión palpable de que los princi-pios científicos y técnicos de la documentación están experimentando un notable cambio que afecta a todos los elementos del proceso de información documental. En efecto, suje-tos emisores, mensaje documentario, sujetos receptores y medios de transmisión pueden experimentar un cambio documentario que hace posible hablar también de sociedad de ladocumentación. Recordemos que cualquier dato, información o conocimiento son fuentes potenciales de nueva información tan solo cuando se transmiten y se aprovechan en forma de documento, esto es, sobre un soporte físico.

La cuarta causa obedece al hecho de que el fenómeno de la información nacido sobre la base de la estructura del proceso vigente desde Aristóteles –emisor, mensaje, medio y receptor- es patrimonio de todas las disciplinas y de sus aplicaciones en la sociedad y provoca una gran convergencia de estudiosos y profesiones que observan el fenómeno desde su particular punto de vista y, claro está, desde una terminología propia. Finalmen-te, a ello debe añadirse las perturbaciones provocadas por el traslado a otras lenguas de términos procedentes del área angloamericana seguidos por muchos de nosotros de modo a veces acrítico y no siempre claramente asimilados a nuestro léxico.

Fundamentos de la figura del profesional de la información

Hay, a nuestro juicio, dos criterios que formulados por la teoría de la documentación ayudan a establecer los fundamentos mínimos de lo que debemos entender por la figura del documentalista. Uno de ellos es el objeto de estudio de la Documentación: el proceso informativo-documental. Efectivamente, en la medida en que comprendamos este proceso como proceso de alta carga informativa, deduciremos que el documentalista es un tipo de informador

El otro de los criterios que procede utilizar es de la aplicabilidad de la Documentación. Si aceptamos previamente la idea de que la Documentación por sí sola es ciencia informa-tiva de carácter general pero solo es operativa cuando se aplica hic et nunc a un saber o actividad determinados, habremos de convenir que no existen documentalistas generales sino documentalistas que apoyan el crecimiento y transmisión de ideas científicas (docu-mentalistas científicos) o que apoyan la correcta realización de una actividad social en el ámbito de empresas, instituciones, organizaciones, etc., (documentalistas profesionales). En consecuencia, parece oportuno fijar que el término de documentalista o de profesional de la información se refiere al conjunto de profesionales que son sujetos emisores del proceso informativo-documental... "sigue"

Texto completo en: http://www.um.es/fccd/anales/ad10/ad1000.html.




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