19 ago 2011

Lo mismo da un burro que un gran profesor


Por:  

Poco podría imaginar el bueno de Santos Discépolo que su tango Cambalache iba a convertirse en un funesto retrato, no ya del siglo XX, en el que fue compuesto, sino de toda nuestra sociedad, 80 años después. 


Compuesto en 1934 para denunciar los excesos y abusos de la Década Infame argentina, en un contexto mundial de Gran Depresión, Guerra Civil Española y posterior Guerra Mundial, fue censurado sistemáticamente por todas las dictaduras militares argentinas desde su creación.


A día de hoy ya es un clásico; no solo del tango, sino de la descripción de una sociedad en crisis, a todos los niveles: económica, cultural, intelectual, política, ciudadana…


Su letra es, lamentablemente, el perfecto espejo en el que mirar e interpretar los tiempos que vivimos.Y estos días lo estamos comprobando en carnes propias: lo mismo me dan las revueltas en Inglaterra, la represión en Siria, las intolerancias indignadas o las filias papistas; la prepotencia política, la sordera artística, el desierto de la cultura y al educación o la vulgarización de la divulgación; a futbolización de la sociedad, la mediocridad poderosa, la incontinencia verbal o las soflamas reclamando derechos que no respetan lo que piden; la arrogancia de los gurús, los monólogos sin intención de diálogo, el desprecio por el discrepante, la petulancia y estupidez de la blogosfera;el oportunismo mediático, el sensacionalismo como referente informativo, la búsqueda de público cautivo irreflexivo o el empeño de elevar a los más tontos a modelo a seguir o como referente de lo que sucede…                                                                                                                                   No fue Discépolo un santo. Murió en 1951 repudiado por la intelectualidad de su época por su apoyo incondicional a Perón. En todo caso, su retrato es fiel y refleja lo que somos, en lo que nos hemos convertido y, por desgracia, a donde nos dirigimos.






En fin; pasen y vean lean:




Cambalache
Enrique Santos Discépolo.
1934


Que el mundo fue y será una porquería
ya lo sé...
(¡En el quinientos seis
y en el dos mil también!).

Que siempre ha habido chorros,
maquiavelos y estafaos,
contentos y amargaos,
valores y dublé...

Pero que el siglo veinte
es un despliegue
de maldá insolente,
ya no hay quien lo niegue.

Vivimos revolcaos
en un merengue
y en un mismo lodo
todos manoseaos...

¡Hoy resulta que es lo mismo
ser derecho que traidor!...
¡Ignorante, sabio o chorro,
generoso o estafador!

¡Todo es igual!
¡Nada es mejor!
¡Lo mismo un burro
que un gran profesor!

No hay aplazaos
ni escalafón,
los inmorales
nos han igualao.

Si uno vive en la impostura
y otro roba en su ambición,
¡da lo mismo que sea cura,
colchonero, rey de bastos,
caradura o polizón!...

¡Qué falta de respeto, qué atropello
a la razón!
¡Cualquiera es un señor!
¡Cualquiera es un ladrón!

Mezclao con Stavisky va Don Bosco
y "La Mignón",
Don Chicho y Napoleón,
Carnera y San Martín...

Igual que en la vidriera irrespetuosa
de los cambalaches
se ha mezclao la vida,
y herida por un sable sin remaches
ves llorar la Biblia
contra un calefón...

¡Siglo veinte, cambalache
problemático y febril!...
El que no llora no mama
y el que no afana es un gil!

¡Dale nomás!
¡Dale que va!
¡Que allá en el horno
nos vamo a encontrar!

¡No pienses más,
sentate a un lao,
que a nadie importa
si naciste honrao!

Es lo mismo el que labura
noche y día como un buey,
que el que vive de los otros,
que el que mata, que el que cura
o está fuera de la ley...


Fuente: http://desequilibros.blogspot.com/

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