13 sept 2014

El poder terapéutico del silencio

Por: José Ramón Zárate
Hace cuatro años se reunieron un centenar de expertos en marketing en un restaurante de Helsinki con el objetivo de hacer de ese país remoto y frío un destino turístico de fama mundial. El problema era que Finlandia era conocido como un país bastante tranquilo, sin muchas cosas con las que hacer algo de ruido. Uno de los asistentes sugirió que esa tranquilidad quizá no fuera tan negativa. Unos meses más tarde, junto a temas como su sistema educativo, la delegación presentó como marca finlandesa el silencio. En un mundo ruidoso y ajetreado, “el silencio es un recurso, como el agua limpia o las setas. En el futuro, la gente estará dispuesta a pagar por la experiencia del silencio”, recuerda Daniel A. Gross en la revista Nautilus. No hay más que ver el precio de algunos cursos de meditación silenciosa.
En 2011, el Consejo Finlandés de Turismo difundió una serie de fotografías de figuras solitarias en el desierto con el título “Silencio, por favor”. Y una compañía de relojes de Finlandia, Rönkkö, lanzó el lema: “Hecho a mano en el silencio finlandés”.
En los últimos años, muchos investigadores han puesto de relieve el poder del silencio para calmar el organismo, subir el volumen de los pensamientos internos y sintonizar mejor con el exterior. La palabra “ruido” procede de una raíz latina que significa náusea o dolor. En 1859, la enfermera británica y reformadora social Florence Nightingale escribió: “El ruido innecesario es la más cruel falta de atención que puede infligirse a un enfermo”. Es una fuente de alarma, angustia y pérdida de sueño.
A mediados del siglo XX, los epidemiólogos descubrieron correlaciones entre la presión arterial alta y las fuentes de ruido crónicas como carreteras y aeropuertos. Esta línea de investigación fraguó en los años sesenta la idea de la “contaminación acústica”. El cuerpo reacciona de inmediato a los sobresaltos sonoros, incluso en medio del sueño profundo, activando la amígdala y provocando la liberación de hormonas del estrés como el cortisol. 
En 2011, la Organización Mundial de la Salud concluyó que los 340 millones de habitantes de Europa Occidental pierden anualmente un millón de años de vida sana a causa del ruido; incluso dijo que 3.000 muertes de causa cardiaca eran resultado del exceso de ruido. Imke Kirste, de la Universidad de Duke, publicó en 2013 un estudio en ratones en el que observó que dos horas de silencio por día impulsaron el desarrollo de células en el hipocampo, relacionado con la formación de la memoria, al igual que ocurría con la introducción de juguetes o de compañeros ratones. 
Si se estableciera un enlace entre el silencio y la neurogénesis en los seres humanos, dice, tal vez los neurólogos podrían encontrar un uso terapéutico para el silencio. “Silencio, por favor” es ahora el tema más popular de la marca Finlandia. Tal vez el silencio vende porque, muy a menudo, lo tratamos como algo fácil de romper, como la porcelana, algo delicado y valioso.


Fuente: http://medicablogs.diariomedico.com/laboratorio/2014/09/10/el-poder-terapeutico-del-silencio/

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